Acerca de lo poco que he
podido rescatar de las brumas del mar...
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Creo que no es necesario hacer una enumeración exhaustiva de las herramientas necesarias para desarrollar con satisfacción las réplicas de los navíos que nos propongamos realizar. Doy por sentado que cuando se disponga el Astillero sobre la mesa, allí estarán cuchillas, papeles de lija, limas, brocas, martillos, alicates, sierras de mano, etc.
Así que me concentraré en describir algunas herramientas y accesorios extras, que si bien
no son indispensables, mucho ayudarán a que el trabajo se haga con mayor facilidad y, lo que es
más importante, que se obtenga un acabado impecable. Sobre todo, si lo que se pretende es construir
un modelo partiendo de planos, no de armar un kit comercial.
En mi astillero recurro, casi que permanentemente, a lo siguiente:
Aunque no indispensable, la pistola de calor es una herramienta a la que podremos sacarle bastante provecho, pues el aire que despide
—desde temperatura ambiente hasta 600°C— permite modificar casi todos los materiales que empleamos, excepto los
metálicos duros y los cerámicos.
Sirve para calentar, soplar, derretir, secar, etc.
Los gramiles son instrumentos de carpintería que sirven para trazar paralelas sobre el material que se trabaja.
Los hay que tienen en su extremo una especie de rodachina (similar a la de un cortavidrios), para trazar sin marcar
demasiado la madera. Y otros, como el de la figura, que llevan una punta dura y bastante aguzada.
Este último es el que utilizo para trazar y grabar láminas de poliestireno, con el fin de cortar tiras de bordes
perfectamente paralelos: se prensa la lámina plástica mediante prensas y un listón grueso cerca del
borde de la mesa de trabajo cuidando que el borde del plástico sobresalga sólo lo necesario para que el gramil
no toque ni al listón ni el borde de la mesa. Se raya dos o tres veces a todo lo largo y por allí se dobla
la lámina para que parta. Se retiran las rebabas con lima o lija, y se obtienen piezas que tienen sus bordes paralelos...
Esta pequeña maravilla de la inventiva humana, nos permite pintar desde grandes superficies (en modelos, no las paredes
de la casa, ¿eh?) hasta finas líneas, casi como si fuera un lápiz, con sólo mover un dedo de
atrás hacia adelante...
No es otra cosa que una diminuta pistola de aire para pintar. Trabaja con aire a presión, en el rango de 20 a 50
lb/pulg2, por lo que se puede usar con un compresor, pequeño o grande, con tanques de aire comprimido y hasta...
¡con una llanta de automóvil!
También conocida como “ruteadora” (anglicismo por router), es una
herramienta que siempre será bien recibida en cualquier Astillero.
Permite hacer rebajos en la madera, ranuras de variadas formas y decoración de bordes y cantos mediante las fresas
adecuadas.
Hay dos clases de fresas: las simples (similares a brocas de taladro), que se usan para trabajar a mano alzada o a cierta
distancia de los bordes de la madera con el auxilio de una guía que se adosa al aparato; y las provistas de un mini-rodamiento de
bolas que se apoya en el borde de la pieza por labrar...
Cansado de andar de babor a estribor anudando y templando obenques de la fragata, decidí poner a girar el barco en vez de hacerlo yo.
Para ello, nada mejor que una de esas tablas giratorias que encontramos en algunas cocinas o en almacenes de materiales para artesanías
donde las venden sin decorar.
Se fija la prensa del barco a la tabla superior (la giratoria), se le hace una perforación
para introducir una clavija que sirva para impedir el giro y por la misma abertura, se perfora la tabla inferior (la base fija)
cada 15°... Creánme: es muy útil.
Un adminículo bastante útil en el Astillero es esa suerte de pulpo provisto de pequeñas pinzas y aún de lupa (no se muestra en la foto), montadas sobre una base pesada y estable, que nos permite sujetar, mantener en su sitio y dejar inmóviles las diminutas piezas que queremos soldar, esperar a que fragüe el pegante o ver la presentación de su aspecto final...
Aparte de las fresas indicadas para usar con el Mototool (como las de la izquierda de la foto), es buena idea conseguir algunas otras que nos pueden ampliar el campo de trabajo. Lo mejor de todo, es que las podemos adquirir sin gastar un centavo: la póxima vez que visiten al dentista, pídanle que les regale las pequeñas fresas que usa en su unidad odontológica y que está pronto a desechar porque han perdido el corte. Si bien resultan inútiles para trabajar en el duro esmalte dental, son más que suficientes para tallar y labrar la —por comparación— “blanda” madera.
Un mini torno será una adquisición invaluable para el taller de cualquier modelista. El que uso es un Emco Unimat 3 ®, completamente manual (desafortunadamente), con el cual puedo tornear pequeñas piezas en metal, plástico, madera, etc. Aunque muchos trabajos de torneado de pequeñas piezas de madera pueden hacerse con un taladro (y mejor si es de pedestal o de banco), la exactitud y apariencia de las piezas terminadas es más profesional si se usa el torno.
Una manera fácil de imitar la talla de madera en pequeñas piezas es... ¡quemarla! Para ello,
nada mejor que un pirograbador provisto de un buen surtido de puntas.
El que utilizo es uno no muy sofisticado que cuenta con diferentes graduaciones de voltaje, lo que permite
diversos grados de intensidad de calor en las puntas y, por lo tanto, más o menos quemado de la madera y mayor o menor
profundidad del pirograbado.
Dado que muchas de las piezas que deberemos cortar, especialmente alambres, son de pequeñas dimensiones, es imprescindible contar con elementos de corte de precisión. Además, resistentes y de buen filo.
Son buenas adquisiciones las pequeñas tijeras, cortauñas (de manos y pies), así como esas pinzas cortadoras que se utilizan para las cutículas en manicure. He de confesar que esta última la tomé a hurtadillas del tocador de mi mujer... Pero bueno, ¡ya hace parte de las herramientas del astillero!
Para mi gusto, casi que imprescindible para maquinar sobre pequeñas piezas. Labrar, lijar, conformar, fresar, cortar, pulir... es rápido, eficaz y preciso, una vez que se ha adquirido la destreza necesaria para su manejo. Que por lo demás, no es cosa del otro mundo: sólo basta un pulso firme y determinación.
Lo recomendable, si no se posee, es adquirir una para trabajos livianos, de tipo casero, ya que las
industriales son más costosas, pesadas y sobredimensionadas para los trabajos que ejecutaremos.
Es necesario que sea un aparato de velocidad variable (hoy en día todas las marcas
vienen con esta prestación, pero nos pueden ofrecer barata una antigua de segunda mano, la cual
deberemos rechazar).
Aún para una máquina de tan sólo 350 gramos, algunos trabajos requieren más que un pulso firme: se debe tener completamente fijo el aparato para que la pieza sea maquinada con exactitud.
Un pedestal de soporte para la máquina es lo adecuado. Con su ayuda, podremos taladrar en el sitio exacto donde debe ir la perforación, fresar pequeñas piezas que posteriormente encajarán sin holguras, lijar o desbastar moviendo el trabajo contra los tambores de lijado y no la máquina contra la pieza, lo cual nos permite utilizar las dos manos para mayor seguridad.
Obviamente, todo lo dicho es aplicable cuando las piezas son pequeñas, son piezas sueltas y no están montadas en su sitio sobre el modelo.
Aunque todos los accesorios y aditamentos que se pueden usar con un MotoTool los venden por separado (como piezas sueltas), también es posible conseguirlos, junto con la máquina, en prácticos estuches de plástico. Puede que en el estuche venga uno que otro accesorio que no usaremos casi nunca, pero lo de la caja sí que es una gran ventaja: tendremos donde guardar tanto la máquina como los accesorios y herramientas los cuales, por su pequeño tamaño tienen una extraña tendencia a perderse en cualquier recoveco del astillero.
Sobre la caja podemos observar uno de los aditamentos más útiles del MotoTool: un eje flexible. Éste viene con la mordaza porta-accesorios en un extremo, usualmente en forma de lapicero (algo grueso, por cierto), pero que facilita su agarre. El extremo opuesto se conecta en la mordaza del MotoTool, el cual deberá estar fijo mediante un pedestal o prensado en el banco de trabajo. Con este accesorio podremos acceder a lugares intrincados, donde no cabría la máquina.
Uno de los aparatos más útiles para ahorrar tiempo es esta lijadora. El modelo ideal para nuestro trabajo con piezas pequeñas es el que trae banda estrecha de 1 pulgada y disco de 5 pulgadas que, aunque no es muy potente, nos permite no sólo lijar sino también conformar piezas de diversas formas y perfiles. En ocasiones he encontrado más productivo y más preciso, rebajar piezas de madera con la lijadora, en vez de cortarlas con cuchillas o con la sierra.
Tanto la banda como el disco deben ser en tela abrasiva de grano medio a grueso, para lograr su máxima eficiencia. El acabado final de las piezas lo daremos con lijado a mano, utilizando diferentes gradaciones de grano (de mayor a menor) para obtener una perfecta apariencia.
Si de ahorrar esfuerzos se trata, nada mejor que una lijadora eléctrica de mano: es potente, versátil
y hace el trabajo 30 o 40 veces más rápido que si lo hiciéramos a mano.
La acción orbital de altas revoluciones de la almohadilla porta-lijas, prácticamente no deja marcas de
lijado sobre las superficies que se trabajan. Por su tamaño, no alcanzará los sitios estrechos o las esquinas
interiores de un modelo de navío, pero es la herramienta indicada para dar un acabado terso y pulido a buena parte
del casco.
Muy útil cuando de hacer cortes intrincados se trata, sobre todo en piezas pequeñas que quedan completamente apoyadas en la mesa de corte. En ocasiones, cuando se usan hojas de sierra muy delgadas,es difícil obtener un corte en línea recta, pues por la flexibilidad de las hojas se presenta la tendencia a que el corte se desvíe lateralmente.
Como la sierra sube y baja a gran velocidad, se debe poner especial atención a que en el movimiento ascendente no levante el trabajo de la mesa, pues se puede astillar.
Por separado, se consiguen diferentes tipos de hoja, para variadas clases de corte y de acuerdo con el material que se cortará.
Se podrían reemplazar por cinta engomada, bandas de caucho, alfileres, cordeles, etc. Pero le recomiendo hacerse a una buena cantidad de estas pinzas (y cuando digo una buena cantidad, es eso: muchas.) Nunca sobran las que se puedan tener; he empleado hasta 18 simultaneamente en la construcción del casco del No Mercy.
A propósito de sujetar piezas mientras se seca el pegante: cuando adquiera las pinzas, no tire a la basura la cinta engomada, las bandas de caucho, los alfileres ni los cordeles: también los va a necesitar...
Y si no las consigue con facilidad, igual servirán las pinzas que se usan (¿o se usaban?) para evitar que la ropa que se secaba al viento terminara donde los vecinos.
Estas pinzas de presión graduable (¡de muy alta presión!) son las indicadas para sujetar
piezas cuando queremos tener libres ambas manos para otros menesteres.
Las hay de diferentes formas y para diversos usos, en varios tamaños: de puntas largas, cortas, aplanadas para hojalateros,
en escuadra, etc. En la sección del Paso a Paso, se observa cómo puede
sostenerse el casco invertido con un par de pinzas planas para hojalatero; por el tamaño y forma de las puntas, la presión
se reparte sobre una gran superficie sin dañar las cuadernas.
En algunos lugares se las conoce como “hombre-solos”.
El que vemos a la izquierda se conoce también como Pie de Rey y lo más común es que venga calibrado tanto en milímetros como en pulgadas.
Si queremos que nuestros modelos sean réplicas exactas de los planos, deberemos respetar todas las dimensiones, algunas de las cuales (dependiendo de la escala a la que estemos trabajando) serán imposibles de medir con un metro de taller, con una regla o con una escala triangular.
Por supuesto que si nos esforzamos en medir algo hasta una décima de milímetro, deberemos marcar la medida con algo más fino que el trazo de un lápiz (una cuchilla vendría bien). Y hacer el corte o el rebajo con la herramienta adecuada, para preservar la exactitud en las dimensiones finales de la pieza.
Inevitablemente tengo que acordarme de mi desaparecido amigo Claudio Bellón, modelista ferroviario, quien no confiaba mucho que digamos en su carpintero de cabecera, pues “medía con calibrador, trazaba con tiza y cortaba... ¡con hacha!”
GALERÍA
ASTILLERO
BITÁCORA