Lo primero es curvar los listones, según las curvas de la superficie donde se pegarán, tanto en el sentido horizontal como en el vertical.
Lo ideal es que la curvatura del listón sea igual a la de la superficie. Pero si esto no se logra sin desgastarnos demasiado, se procederá así: si la superficie es cóncava —como en el interior de las amuras—, la curvatura longitudinal del listón se dejará menos pronunciada que la de la superficie. Si es convexa como en muchas partes del exterior del casco, la curvatura del listón será mayor.
La razón de esto no es caprichosa: en mayor o menor grado, la madera tenderá a adoptar su forma original, creando esfuerzos indeseables sobre el pegante seco. Pero si trata de despegarse —en el centro, por ejemplo—, primero deberá arrastrar las superficies a su alrededor, a lo cual se opondrá la resistencia al esfuerzo cortante de la unión ya pegada. La resistencia del pegante al esfuerzo cortante (flechas rojas) es mayor que la resistencia a la tensión (flechas azules).

A la izquierda se aprecia, para una superficie convexa, cómo un listón poco doblado tenderá a desprenderse: hay mayor área donde actúa la fuerza a la que se opone la resistencia a la tensión del pegante y poca donde actúa la resistencia al esfuerzo cortante.
A la derecha, con la curvatura del listón mayor que la de la superficie, el área donde se desarrolla el esfuerzo cortante es mayor que aquella donde actúa la débil resistencia a la tensión.

Sobre las cuadernas se aplican las pinzas de presión y sobre un listón fijo al banco de trabajo, se introducen chinchetas.
Sobre el listón que se está pegando se apoyan los bloques de madera y se presionan con las bandas de caucho, enganchadas en las patas de las pinzas y en las chinchetas...