Probablemente la causa del fenómeno de avistamiento de buques fantasmas se deba a espejismos producidos por las condiciones
atmosféricas. Es conocida y suficientemente documentada la aparición de estos barcos en las cercanías de Nueva Escocia. Se ha
reportado que en ocasiones esta costa aparece increíblemente cercana a la costa de la Isla del Príncipe Eduardo. También, a
veces, se vuelve invisible en la distancia.
Un barco distante puede ser magnificado por el lente de la atmósfera y aparecer más cerca del observador de lo que realmente
está; aparece sobre el agua, en el cielo y aún volteado, con la quilla hacia arriba.
Sin tener acceso a explicaciones científicas que aclaren el fenómeno, cualquier hombre de mar no dudaría en decir que vio un
buque fantasma... Por otra parte, no todas las apariciones tienen una explicación plausible. Así que: no hay que creer en
brujas, pero que las hay... ¡las hay!
* * *
El buque fantasma más famoso de la historia pertenece al folclor marino: es el Flying Dutchman (el Holandés Errante). Aunque
el nombre no se debe al barco, sino que hace referencia al del capitán del mismo, Bernard Fokke, de quien se sospechaba que
tenía pacto con el diablo, pues no era natural que las travesías entre Holanda y la isla de Java, siempre las hiciera en
tiempo récord.
La leyenda dice que a mediados del siglo XVIII, una nave holandesa trataba de rodear el Cabo de Buena Esperanza en la punta
sur de África. Las aguas allí son traicioneras y si se añaden las frecuentes tormentas, la condiciones para la navegación son
lo menos recomendables posible. El capitán, ansioso por llegar a casa, trató de rodear el cabo durante una mar brava y
tormentosa. A pesar de las condiciones climáticas, el capitán no cejó en su empeño y no retrocedió. Antes por el contrario,
se empecinó en su rumbo y hasta llegó a imprecar al cielo, con un puño levantado mientras con la otra mano sostenía el timón:
“¡Pasaré el Cabo, aún si me toma toda una eternidad!”
En otras versiones, la imaginación popular —supersticiosa a bordo de los navíos— cuenta que el capitán Fokke se lió en una
partida de dados con el mismísimo Belcebú. La apuesta: si el capitán ganaba, sería transportado instantáneamente alrededor del
cabo. Perdió, por supuesto. Y fue sentenciado a gastarse toda una eternidad en tratar de doblar el escollo en aquellas aguas
tormentosas.
Supuestamente, el Flying Dutchman ha sido visto en aquellos parajes por cientos de años. Su avistamiento es presagio
de desgracias, ruina y hasta muerte inminente.
* * *
Otro famoso, este sí real, es el Mary Celeste, bergantín del siglo XIX que partió de Nueva York el 7 de noviembre de 1872 con
destino a Génova, Italia, llevando 1701 barriles de alcohol. Su capitán, Benjamin Spooner Briggs, considerado hombre de mar
experimentado y confiable para conducir la embarcación, viajaba con su esposa y su pequeña hija de dos años.
El 15 de ese mes, el Dei Gratia comandado por el capitán Morehouse, conocido de Briggs con quien había cenado antes de su
partida, partió de Nueva York siguiendo la misma ruta que el Mary Celeste.
Morehouse estuvo bastante intranquilo cuando el 5 de diciembre divisó al Mary Celeste vagando sin rumbo entre las Azores y la costa
portuguesa. Hizo señales al bergantín, sin obtener respuesta. Se aproximó y poniéndose a su costado, envió una patrulla de abordaje.
Le reportaron que la carga estaba completa, pero el capitán, su familia y toda la tripulación... no estaban a bordo, habían
desaparecido.
El testimonio de la tripulación de abordaje estableció que, aunque la nave estaba en condiciones de navegar, había sufrido los
efectos de haber estado al garete por varios días, en mar brava y clima desfavorable: las escotillas de cubierta estaban
abiertas y entre las cubiertas había agua empozada, en la cocina, la estufa fue arrancada de su sitio, la cama del capitán no
estaba lista y debía ser secada con profusión. La última anotación en la bitácora de a bordo fue hecha el 25 de noviembre de
1872. Cuando posteriormente se desembarcó el cargamento de barriles de alcohol, se encontró con que nueve de ellos estaban
vacíos. A pesar de todos estos testimonios, la leyenda pronto dio cuenta que el bergantín estaba en perfecto orden, con la mesa
servida —sin tocar— y con una taza de café humeante frente al puesto de cada desaparecido comensal.
Algunas explicaciones, tal vez más fantasiosas que las leyendas, se han intentado. El capitán Dave Williams propone que el Mary
Celeste fue víctima de un maremoto:
El maremoto desancló la estufa y aflojó los amarres de nueve de los barriles de alcohol que regaron su contenido en el piso.
A medida que los vapores de alcohol invadían la nave, con riesgo de llegar a la cocina donde había chispas y brasas sin control,
el capitán y la tripulación temieron que se produjera una explosión. Lo más cuerdo en esas circunstancias, era abordar el bote
salvavidas del bergantín, amarrarlo a popa y dejar que la nave los remolcara a prudente distancia hasta que el riesgo de una
explosión hubiese pasado. Si por alguna razón esa cuerda se rompió o si nunca fue amarrada, el frágil bote salvavidas con sus
tripulantes nunca pudo haber llegado a la nave nodriza. En los fuertes vientos, mal clima y oleaje dejado por el maremoto, murieron
en el mar...
Demasiadas suposiciones. Me quedo con la leyenda y con las tazas humeantes de café que nunca fueron bebidas.
* * *
En tiempos más modernos, también se presentan casos de barcos abandonados que, si los dejaran navegar a la deriva, seguramente
se convertirían en leyendas de buques fantasmas. Tal es el caso del Kaz II, que pretendía circunnavegar
Australia. Soltó amarras el 15 de abril de 2007 y fue abordado por las autoridades de Queensland el 20 del mismo mes. Se encontraba en
perfecto estado, con todo el equipo a bordo, lo que descartó de inmediato un ataque de piratas. La mesa estaba puesta y servida, un
computador portátil estaba encendido y el motor todavía funcionaba. Pero la tripulación de tres hombres faltaba. Ni rastro
de ellos.
* * *
Del Jiang Seng, pequeño buque-cisterna, avistado y abordado también en cercanías de Australia en
marzo de 2006, ni siquiera se pudo establecer el país donde estaba matriculado. De su tripulación nunca se supo.
* * *
Un aspecto interesante de estos fantasmas navegantes es que los registros y las bitácoras presentan baches, saltos, páginas
arrancadas como si alguien no quisiera que todo lo sucedido se supiera, para dar pábulo a las leyendas...