De bitácoras, madrigueras y ciberespacio — 1ª parte

D.F. Torrents, 2010

 

Muchos son los llamados buques fantasmas. Pueden ser habitados por fantasmas reales o imaginados, pero la mayoría, son naves que navegan o aparecen de improviso, sin tripulación alguna que las gobierne. Sobre estos descubrimientos, por supuesto, se tejen toda suerte de hipótesis y de habladurías, sin llegarse nunca a dilucidar la verdad verdadera. En ocasiones se han hallado a bordo de dichas embarcaciones bitácoras y diarios con los más fabulosos relatos, pero —en últimas—, se quedan en las sombras de la ficción, por ser imposible corroborar sus contenidos...
Hasta se han prestado para canciones populares, como el Romance de mi destino, también conocida como el El Buque Fantasma, de claro sabor a despecho:

Todo lo que quise yo,
tuve que dejarlo lejos,
siempre tengo que escaparme
y abandonar lo que quiero.

Yo soy el buque fantasma
que no puede anclar en puerto,
ando buscando refugios
en retratos y en espejos,
en cartas apolilladas
y en perfumados recuerdos.

Por más que estire las manos,
nunca te alcanzo lucero

jugo de amargos adioses,
es mi vaso predilecto,
yo me bebo a tragos largos
mi pócima de recuerdos
y me embriago en lejanías
para acariciar mis sueños.

Nadie sabe como yo
el lenguaje de los pañuelos
agitándose en los muelles
sacudiendo el aire trémulo...
nadie como yo nació
con destino marinero
la única flor que conozco
es la rosa de los vientos...

 

No bien abordamos la embarcación que se desplazaba al garete, confirmamos su maltrecho estado. El agujero en el costado de estribor dejaba ver las tripas de acero retorcidas como si de un barco de papel se tratara. Me acordé de las últimas escenas de Tiburón, la película que había visto cuando era casi un niño. Si el agujero estuviera más abajo, de seguro ya se habría hundido en las profundidades. Tras una rápida inspección, supimos que no había nadie a bordo.
Lo encontramos por casualidad, mientras patrullábamos nuestro sector, pues de este abandono y de las circunstancias de su accidente, no hubo ninguna llamada de socorro. Pude constatar después que los instrumentos de navegación funcionaban, radar y GPS estaban en orden y aún la conexión satelital que le permitiría comunicarse con el mundo a través de la web, estaba activa.
El aspecto general de descuido y de falta de mantenimiento en su apariencia, nos hicieron sospechar que el barquichuelo se dedicaba al tráfico de narcóticos. Hice subir a Júpiter, con la orden a su guía de que husmeara cada rincón, desde la cubierta hasta la sentina inundada. Mientras el perro hacía su trabajo, entré al camarote del capitán.
El piso estaba alfombrado con toda clase de objetos imaginables, pero de inmediato llamó mi atención una botella verde, cerrada con un tapón de goma y un pequeño trozo de papel en su interior. El papel estaba en blanco, sin nada escrito en él. “¿Qué clase de mensaje pensaba enviar este tarado, si ni siquiera lo escribió?”, pensé mientras depositaba la botella en una bolsa plástica como evidencia. Continué con la inspección y sobre el revoltijo de la litera descubrí un computador portátil con la tapa cerrada. Igual que con la botella, lo guardé en otra bolsa como posible prueba de la investigación. Era el procedimiento rutinario.
No encontramos nada más que valiera la pena. Ni siquiera lo hizo Júpiter, excepto una bolsita con unos pocos gramos de marihuana que olfateó en la cocina-comedor. Tampoco hallamos rastros de que en el barco hubiese habido otros tripulantes, amén del capitán, seguramente el dueño del computador incautado.
Cuando radiamos al comando para indagar por la nave, aumentó nuestra sorpresa al saber que no había ningún registro de la M/N Sueños e Ilusiones. Mi perplejidad y curiosidad iban en aumento.
Regresamos a bordo de nuestra patrullera y proseguimos con la correría de vigilancia, remolcando la nave abandonada. Por la noche, no pude resistir la tentación de echarle una mirada al portátil. Al abrir la tapa, se reactivó —aparentemente quien lo usó lo dejó en “hibernación”— y de inmediato lo conecté por temor a que la batería estuviera a punto de morir. Mi respiración se aceleró al ver que estaba abierto un programa de mensajería. “No tendré que intentar contraseñas”, pensé con alivio. Empecé a curiosear en la Bandeja de Entrada y en la carpeta de Enviados...

* * *

jueves, 01 de julio de 2010 10:35:34 p.m.
(...)
Con lo anterior, ya habrás deducido que no me encuentro en ningún país anglosajón ni en uno musulmán,  protestante o budista. Estoy en altamar, a cuatro metros por encima de las olas, en mi querido Sueños e Ilusiones, vetusto y desvencijado barco pero aún bastante marinero (cuando quieras venir, te envío un mapa para que no te pierdas...). Asumo que tú estás en tierra firme.
Como me dices que vas a visitar la página nuevamente para curiosear lo de las recetas, te recuerdo que también hay historias (reales y ficticias). Algunas de ellas para mayores de 18, así que no respondo por la salvación de tu alma...
Te reitero mi agradecimiento por tu generosidad.
Un abrazo (¿puedo?)

viernes, 02 de julio de 2010 01:24:13 a.m.
Hola.
Me encanta encontrar personas como tú a través de estos medios ciberespaciales.
Qué sorpresa saber que vives justo en el ombligo de todos los mares. Cuando vi tu página, sí pensé que vivías a orillas de algún océano que te servía de musa para tu oficio o afición y por qué no, pariente de Ali Babá, Mustafá o cualquier Osama, pero no que vivías en el mar. 
Pero bueno, supongo que tu mente navegará en aguas profundas mientras te deleitas en la construcción de tu fragata, porque la mía va y viene por las mejores cocinas mientras trabajo.
Yo también te voy a dar mi ubicación exacta para que la pongas en tus cartas marinas y cuando pases navegando, entras a disfrutar de una de las recetas que te voy a enviar y que no tienes tiempo de preparar. Vivo en Suramérica, Colombia, Antioquia, Medellín, Barrio El Poblado, Loma de Los Parra, abajito de la circunvalar 34... ¡uf! (pura dirección paisa).  Claro que la única agua que pasa por aquí es la que viene por las tuberías de Empresas Públicas y la que baja por la loma en oleadas en los aguaceros. Espero que no vayas a naufragar.
Ahora sí le voy a poner seriedad al asunto. Vi las recetas y me gustó mucho la presentación. Me gusta que las haces parecer tan sencillas, que le quitas el miedo a quien no es un experto. Voy a tratar de enviártelas con ese mismo criterio de  recetas fáciles. Claro que a ti te contaré qué tan experto tienes que ser para prepararlas y tú ya sabrás como calificarlas. Me queda claro lo de las medidas y temperaturas. Lo que haré será enviártelas sin  días fijos. Te voy mandando, tratando de llenarte ese vacío de pescados, mariscos y preparaciones varias, así eliges como publicarlas. Y cuando se me agote el tema, empezaremos a inventar.
No he leído las historias de tu web, pero no te preocupes por la censura. Lo haré bajo la supervisión de cualquier adúlter... digo, adulto responsable que esté disponible...
  ¡Ah, y ya tienes una nueva amiga en estas tierras que te retorna el abrazo! Va lleno de aromas y sabores de buenos fogones.

¡Qué diablos es todo esto!”, me preguntaba. “¿Recetas?”.
Continué leyendo, abriendo una u otra carpeta, para hacerlo en orden cronológico y no perderme. A veces me parecía que había baches en la información, que daba saltos. Pensé que podían faltar algunos correos, lo cual deseché al revisar la carpeta de eliminados. Tal vez podían comunicarse por otros medios, deduje.

domingo, 04 de julio de 2010 12:18:49 a.m.
Señora bonita:
Decidí mandarte el archivo de una vez, pues no sé si mañana esté ocupado con la mar que se está poniendo gruesa.
Espero que te diviertas.
Un abrazo,

domingo, 04 de julio de 2010 10:40:04 a.m.
Atrapada e inmóvil. Así me tienes desde que abrí los ojos. ¡Excelente lectura!

lunes, 05 de julio de 2010 12:45:06 a.m.
En el adjunto están los datos; cualquier inquietud me la haces saber.
Donde está el timón, es el despacho de la “gerencia” y donde está el cuadro de Escher (copia hecha por mí) es el camarote, desde donde el “gerente” despacha sus sueños y sus ilusiones nocturnas.
Un beso.

lunes, 05 de julio de 2010 06:58:05 a.m.
Ya tengo que decirte, ¡Buenos días! ¿Dormiste? o ¿pasaste buena noche? 
Me encanta el despacho de sueños e ilusiones. Lo qué más me gusta es poderte ubicar en un entorno porque la “madriguera” dice muchas cosas sobre uno.
Aumenta el % de mi interés en el gerente. ¿Se dejará “echar los perros”? o eso, ¿será acoso sexual?
Muy linda tu embarcación.
Que tengas un buen día.
Un beso y un abrazo paisas

lunes, 05 de julio de 2010 05:14:22 p.m.
Asumiendo que el reloj de tu computador esté en la hora correcta (me enviaste un mail a las 6:58:05), habrás tenido tiempo suficiente de rumiar las inquietudes que anoche carcomían tu alma... Espero que la almohada haya sido buena consejera y me alegra que el % de interés que puedas tener por el gerente haya aumentado (él espera que sea un porcentaje importante).
Yo —que creo conocerlo lo suficiente—, estoy seguro de que, no sólo se dejará echar los perros, sino que no opondrá resistencia alguna. Lo único que pide es que las dentelladas de los caninos no desgarren su corazón. Me dice que ya ha tenido suficiente de eso...
Le pregunté el porqué de tanta mansedumbre y me salió con una perorata medio deshilvanada acerca de almas gemelas, estilos de vida, inteligencias, buen humor, soledades, sueños e ilusiones, química casi que instantánea y cosas por el estilo. Aquí entre nos, a él lo desarma un alma alegre, pues mitiga en parte cierta tristeza profunda que parece arrastrar como un lastre. Nada grave, te digo. Ni nada que tú no puedas ayudarle a remediar.
Le dije que si le echaban los perros (y se dejaba... ¿cómo decirlo?... morder), entonces eso empezaría a constituir una relación más firme, más real y menos cibernética. Estuvo de acuerdo conmigo. Como siempre he sido buen amigo del gerente, me atreví a preguntarle que cómo podría ser eso, viviendo él en medio del mar y tú en Suramérica, Colombia, sí, pero en Antioquia, Medellín, Barrio El Poblado, Loma de Los Parra, abajito de la circunvalar 34. Se quedó con la boca abierta y al rato dijo: “Ya veremos...”
En un alarde de atrevimiento, osé meterme un poco más en su intimidad y le pregunté si se sentía acosado. “¿Acosado yo? No, para nada” y agregó: “Más bien soy yo quien debe sentirse como un acosador. ¡No le he dado respiro a esa mujer!” Le pregunté si te había hablado de ello y me miró como si fuera la primera vez que me hubiera visto. “¿Cómo se te ocurre? ¿Quieres que me mande para el carajo? ¿Perderla?, ¿no poder tenerla entre mis brazos? Sería como perder un tesoro antes de desenterrarlo, sabiendo dónde está...”, dijo. “Y de esto ni una palabra a nadie”, añadió. Le prometí que quedaría entre los dos, pero creo que es importante que tu lo sepas...

Me pregunté si le estaban tomando el pelo a algún intruso como yo o si en medio de la comunicación, él introducía textos de marcado sentido ficticio, sólo por el placer de hacer que los correos fuesen más interesantes o por seguir algún juego de palabras que se dio entre los corresponsales virtuales.

Martes, 06 de julio de 2010 01:30:50 a.m.
Espero que esta sea suficiente información para el avalúo catastral. Si hay que complementarla te tocará hacerlo en visita domiciliaria, porque no doy más datos por Internet.
Beso paisa, pero ya no tan cálido. Subió la temperatura. Tú sabes: el calentamiento global, el deshielo, el hueco en la capa de ozono...

martes, 06 de julio de 2010 07:00:38 a.m.
Señora bonita
E.  S.  M.
Tienes toda la razón en 2 de las afirmaciones en tu correo:
1°- Signos de estos tiempos en que nos ha tocado vivir son tanto el calentamiento global, el hueco en la capa de ozono, el deshielo, etc., como la rapidez con que se vive. No sabemos bien si por moda o porque sospechamos que estamos en una etapa en que el tiempo hay que aprovecharlo (Carpe Diem). De todas formas, la calidad de amigo incondicional persiste a pesar de que se hayan omitido algunos pasos de la puesta en escena social, como: “hola, me llamo Fulano”, “mucho gusto, yo soy Zutana”.
2°- Sí: como sospechas, el adúltero que necesitabas es el mismísimo gerente. Le hice saber que ya tiene otro trabajo y le di a leer tu correo. Tanto él como yo no nos explicamos el porqué lo llamas irresponsable (cosa que a ambos nos asombra, pues siempre ha obrado con tacto y responsabilidad). Pero no te preocupes: a él los calificativos le resbalan.
Un beso

Estábamos próximos a atracar en puerto y, por consiguiente, a rendir el informe del caso y —por supuesto— a entregar las evidencias conseguidas en el abordaje de la nave vagabunda. Nave que más parecía un barco fantasma, pues ni siquiera había un alma a bordo ni un registro de nombre o matrícula. Al poco tiempo de empezar la lectura, ya me sentía como una especie de voyeur, fisgoneando en lo que en apariencia era un acercamiento entre dos desconocidos, entre un hombre y una mujer que se interesaban el uno en el otro. Como no quería quedarme sin saber en qué podía terminar ese affaire virtual, pasé una copia de todos los archivos al disco duro de mi propio computador.
Como pude, me escapé de otros oficiales que querían ir a tomar unos tragos en el hotel, frente a la base. Ya en el apartamento, cambié mi uniforme por lo que siempre usaba cuando estaba en casa: sólo bermudas y camiseta, los pies desnudos sobre las baldosas frías. Me preparé un Bloody Mary para mitigar el calor y me senté en el balcón, frente al mar y de cara a la brisa de enero. Proseguí la lectura con creciente curiosidad. Hasta me sorprendí tomando partido: “Ánimo, muchachos. ¡Déjense de rodeos!

miércoles, 07 de julio de 2010 09:13:40 a.m.
¡Mi amigo incondicional!... Eso sonó buenísimo.
Por favor, no le quites  el calificativo de irresponsable, así es como lo quiero. Loco, irresponsablemente provocador y dispuesto a las cosas menos pensadas como los últimos sucesos. ¿O será que es muy responsable esa deliciosa locura de seducción virtual? A estas alturas de mi vida, es bueno encontrarme con un gerente que esté dispuesto a salirse de los parámetros establecidos como “conductas sociales” y brincarse a la junta directiva. Alguien que se tire en las ventas del producto estrella de la compañía que ha gerenciado por años, a pesar de saber que le puede costar el puesto.
Aquí iba cuando empezamos a chatear y las cosas siguen cambiando a una velocidad vertiginosa. Vamos en ascensor de carreras o como dicen los paisas, emputados. Entonces, rebobinemos: 1, 2, 3.

¡Claro! No sólo correos, también conversaban...”, aclaré mis sospechas iniciales.

Sigue siendo incomprensible pero ya no quiero entender. En este momento ya es irrelevante para mí saber cómo y en qué momento pasó todo esto.
Si pudieras ver mi cara y mi gesto (nada delicado: ¡YES!, con codos hacia atrás), cuando aparece una ventanita en mi computador que dice que has iniciado sesión, entenderías lo que me produce “sentirte” en mi vida, tenerte en mi vida y querer que no desaparezcas de ella.

Definitivamente estoy enamorada de tí, con todo lo que implica estar enamorada de  un hombre que tiene una situación que resolver, que vive lejísimos, que nunca lo he visto, que no sé a qué saben su piel y su boca, ni de que color tiene los ojos y si su mirada es transparente. Es más, no sé si el día que nos encontremos me mire y piense, “¿esta igualada creerá que me da la medida como mujer?” .
Pero estoy dispuesta a correr todos esos riesgos. Siempre he preferido pecar por cometer y no por omitir. Quiero que el día que me pidan cuentas, sea más larga la lista de lo que hice a riesgo, que lo que dejé de hacer por temor.
En este momento prefiero arriesgarme a tener que superar el golpe contra el muro y no a arrepentirme el resto de mi vida por no haberlo intentado. Ya no tengo vuelta atrás, los sentimientos ya no me lo permiten.
Te quiero. Quiero lo que conozco de tí. Quiero tus pensamientos y sentimientos. Quiero el trato delicado, amoroso, inteligente, risueño, alegre y humorista que me das. Quiero quererte con todo mi quiero.
Un beso no es suficiente: que sea “El Beso”

Me sudaban las manos. Apuré el último sorbo de mi vaso y grité: “¡Dale, hombre, dale!”. El vecino que también buscaba la brisa de enero en su balcón, tosió para darme a entender que no estaba tan sólo como para esos arrebatos. Miré al pensionado barrigón que, por su seriedad, debía tener el alma más vieja que su cuerpo de 65 años. Abrí otro correo de los enviados.

miércoles, 07 de julio de 2010 01:03:28 p.m.
Se complicó la cosa, porque por fin echaron al agua al gerente. ¡Es que con tanta irresponsabilidad, no era para menos!
Anda desesperado buscando trabajo y hasta ha publicado avisos en El Tiempo, edición nacional. Tenemos que ver cómo le ayudamos...
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Señora bonita, mi amor, mi esperanza:
Dí vueltas en la cama como hasta las dos, sin poder conciliar el sueño. Sueño que pensaba que tu protagonizarías. Pero no, no apareciste. Mi mente estuvo ocupada en descifrar por qué no “escuché” de tus dedos raudos sobre el teclado (o de las garras de Nacho)... que me querías. Me levanté algo triste pero, como el ave Fénix, renací de las cenizas a las que se había reducido mi corazón, luego de leer tu último correo. ¡Volví a la vida!
Vida nueva, prometedora, poca o mucha —nadie lo sabe—, pero que gastaré a tu lado.
Si no te gustan mis ojos o mi mirada, los cerraré para tí y te buscaré a tientas. Si no te gusta mi olor, me frotaré contra tu piel para oler como tú. Si no te gustan mis sabores beberé los tuyos... ¡Haré lo que sea!
No eres, ni nunca lo pensaré, una igualada. Por el contrario, eres lo mejor que me ha pasado.
Amo tu alma, tu mente, tu cuerpo, tus deseos, tu risa, tu inteligencia, tu alegría, tu belleza. Detesto... no conocer el resto, para poder amarlo.
Recíbeme en tu corazón. Ya tú vives en el mío.
Besos

¡Yes! ¡Yes!”, dije como ella, levantándome de la hamaca. El portátil casi va a dar a la playa y mi grito espantó del todo al anciano, quien de seguro buscó refugio frente a su televisor para entretenerse con alguna telenovela rosa. Aunque a veces lo almibarado del lenguaje me hacía sonreír de medio lado y levantar una ceja, intuía que lo que leía en mi pantalla no era una ficción: podía ser una relación virtual, pero con personajes de carne y hueso. En medio de tantas declaraciones, también se hablaban de cotidianidades, de gustos, de oficios. Trataban de conocerse, en fin. “¿Puede uno enamorarse antes de conocer al otro?”, me preguntaba...

jueves, 08 de julio de 2010 02:59:55 p.m
Tocará la visita domiciliaria, porque faltan datos...
Acá van algunas fotos de lo que hay en mi madriguera, lo que se ve desde ella, y algunos cuadros, murales y dibujos que he hecho.

viernes, 09 de julio de 2010 11:09:20 a.m.
Adorable Te Quiero
Solo falta que me digas que eres pianista o director de orquesta o el violinista del tejado. ¿Hasta dónde llegan tus dotes artísticas?
Ya cubrimos escritor, poeta del alma, artesano de los océanos, ahora excelente pintor y no sé si cantas, pero sí sé que encantas.
Me gustan tus obras y hay dos que me gustan especialmente. El desnudo 2, y el mural pictórico (por el formato, el color y la irreverencia del espacio). Aparte de la copia de Escher que me mata.
Ahora por favor envíame una muestra del “autorretrato” que te hiciste ayer. No me pude robar la foto del Messenger porque queda tamaño cédula. ¿Debo tomar aire para seguir nadando en las profundidades de tu vida? ¿Tú crees que con otra bocanada lograré abarcar esos recónditos secretos que aún guardas? Acuérdate que los grandes fumadores somos pésimos nadadores.
Esta fiscalía, ve con preocupación cómo aumenta el volumen de los folios del proceso. Si esto continúa habrá que buscar fiscales satélites.
Te quiero con todo mi querer.
El Beso

viernes, 09 de julio de 2010 07:05:20 p.m
Amor (¡de mi vida!):
Así como te ocurre a tí con mis escritos, gozo lo indecible cuando te leo... ¿Músico yo? ¡Ja! Sólo los produzco. Mi habilidad musical para sacarle algún sonido melodioso a un instrumento, no va más allá de presionar un timbre. ¿Y cantar? No te recomiendo que estés por los alrededores cuando lo intente.
Me encanta el piano. De hecho, siempre he anunciado que daría todo lo que tengo (bueno, menos tu amor) con tal de amanecer mañana tocando como todo un virtuoso. Nunca tuve la disciplina ni la paciencia para aprender a tocar un instrumento, a pesar de lo mucho que me gusta la música.
OK, te envío la foto del Messenger (¡Uf, necesita horas de Photoshop!). También te mando una mejor copia del Desnudo; ayer, con el afán, no me fijé que había quedado la sombra que se atravesó y hoy la tomé otra vez.
A propósito de este carboncillo, la mano es mía (me tocó usar un espejo para dibujarla; hoy en día no es tan huesuda) y recordar el resto. Los senos acariciados y el rictus de placer de ese amor frustrado, nunca sabrás a quien pertenecen (como debe ser).
Me declaro en rebeldía y desobediencia civil y me niego rotundamente a declarar ante fiscales satélites o auxiliares. ¡Intrusos! Sólo lo haré ante la fiscal bonita...
Amor, no te preocupes por tomar aire: nos sumergiremos juntos y cuando sientas que te desmayas, mi boca se unirá a tu boca y recibirás el vivificante aliento que quiero y necesito compartir contigo.
Te quiero como hoy quiero a la vida.

A veces me perdía entre un correo y otro, pues me faltaban datos para que todo quedara hilvanado y comprendido en mi mente. Confirmo que entre uno y otro había sesiones de chat o de mensajería instantánea que no quedaron en la memoria ni en el disco del computador que sacamos del barco. He de decir que también suprimí de esta narración algunos otros correos que me parecieron irrelevantes para la historia que, sin vergüenza alguna, yo espiaba y que aquí les cuento.

lunes, 12 de julio de 2010 09:15:40 p.m
RE: Sin palabras de mi escritor favorito.
Mientras voy de conferencias a ferias, pasando por juntas y exposiciones, tratando de concentrarme en aprender sobre organización de eventos, me asalta la curiosidad de abrir mi correo, pensando que puedo tener en él un mensaje que contenga toda la inteligencia, el buen humor y la calidez de mi amoroso escritor.
Sé que tengo que dejarlo seguir con su cotidianidad y que no puedo pretender que elabore algo tan complejo como unos moldes de silicona, si tiene los diez dedos ocupados en un teclado. Pero que lo extraño, lo extraño.
Leerlo es un recreo para mi alma. Me levanta el espíritu y mitiga mis inquietudes. Si lo ves, dile que lo extraño de la A a la Z. Que no se funda con los metales y que no permita que sus labores afecten las terminales de sus dedos, porque con ellas espero que me escriba cosas hermosas. Dile que se cuide de efectos tóxicos que impidan su fluidez al escribir, porque sus palabras me hacen feliz. Dile que siempre estaré aquí esperando que comparta conmigo ese don maravilloso que tiene para conquistar corazones. Dile que lo quiero.

lunes, 12 de julio de 2010 11:15:40 p.m
Lo vi y no le pude decir nada de lo que pediste. Estaba desternillado de la risa con un video de futbolistas aficionados. Me hizo caer en la cuenta que quien causó todo el desastre no fue el ingeniero (ellos son más, ¿cómo decir?...
“controlados”); me lo mostró y a mí también me pareció oír que fue el arquitecto quien dio la patada fatal. Me contestó con un gruñido incomprensible.
Pero no te preocupes por no haber trasmitido tu mensaje: él sabe que lo extrañas, tanto como él a tí.
Estuvo tan ocupado con las briegas de la navegación, que ni siquiera tuvo tiempo para empezar el trabajo atrasado del taller y, antes de ponerse los guantes de cirugía que usa para esos menesteres de mezclar químicos como cualquier aprendiz de brujo, alcanzó a leer tu correo. No lo contestó de inmediato, pues prefirió deleitarse un largo rato degustando tu prosa exquisita. Me dice —en la forma burda que acostumbra— que si cocinas como escribes, ¡se come hasta el “pegao”!

¡Hola, amor! Alcancé a leer por encima del hombro algo del correo que te están enviando, y me entraron unas ganas irrefrenables de decirte que sueño con el día en que nos perdamos en una playa ignota del caribe colombiano y, por un rato, nos dediquemos a hacer un castillo de arena. Con foso y murallas almenadas. Esperar el atardecer y, cuando suba la marea, ver como se carcomen sus bases y se desmorona. De seguro pensaremos que nuestra creación fue tan efímera como la vida misma y entonces, susurraremos al unísono: ¡Carpe Diem! Y ante tal recomendación, nos retiraremos a nuestra madriguera para confundirnos cada uno en los brazos del otro, los alientos mezclados, los aromas compartidos, las pieles buscadas y encontradas, los sudores lubricando nuestros movimientos, yo, entrando en tí, tú, sorbiéndome a tu interior, hasta fundirnos como el plomo y el estaño, que tras someterse al calor, dejan de ser plomo y estaño y se convierten en aleación.
Luego, nos miraremos a los ojos para no sentir los cuerpos cansados sino las almas frescas. Al día siguiente, no podremos resistirnos a crear otro castillo, esta vez con altas torres. Y cuando la espuma lama sus cimientos diremos, con una sola voz: ¡Carpe Diem!

lunes, 12 de julio de 2010 11:35:06 p.m
Tal cual, ¿no? Es el Cosmos el que conspira... No podemos escapar.

lunes, 12 de julio de 2010 11:35:59 p.m
Yo sí me quiero escapar... ¡pero contigo!, a esa playa, a esa nueva vida.

lunes, 12 de julio de 2010 11:48:13 p.m
Este es. No hay confusión. Cuando mi escritor aparece, se me eriza la piel, se me agudizan los sentidos y mis feromonas hacen una fiesta en torno a él. No lo puedo evitar.
Mi cerebro da ordenes a una velocidad tal, que mis sentidos parecen una montaña rusa de emociones, pensamientos y deseos. Es como si encontrara en sus escritos mi otra mitad. Aún sin su firma podría reconocer la profundidad de su alma en sus palabras, porque llegan por vía intravenosa a la mía. Se me convirtió en la más deliciosa e intratable adicción y no me quiero curar de ella.
Una playa es lo que necesita este oleaje de sentimientos que me provoca. Su playa, para reventar y quedar en  la calma que sucede a la tormenta. Y mientras llega ese momento, yo seguiré queriéndolo más día a día.

Ése lunes hubo mucha actividad en el ciberespacio. Me preguntaba si por andar en ésas fue el descuido que malogró la nave... No podía dejar de leer.

RE: ¿Te sirvo un café y conversamos? Estoy en la terraza frente al mar
martes, 13 de julio de 2010 08:14:01 p.m.
Señor 
Gerente de mis sueños e ilusiones:
Anoche percibí en ti, un temor que por obvias razones estamos sintiendo los dos. Quiero que sepas cómo me siento al respecto.  Doy pasos firmes sobre un terreno que aún es de arenas movedizas, con la ilusión de encontrar en tí un piso firme donde asentar mi cargamento emocional. Cargamento que tú vas alimentando día a día. Desde que empezamos ésta, digamos, relación virtual, has logrado llenar un espacio que los seres humanos tenemos reservado para amar a un prójimo (sin que el género importe), con quien queremos compartir nuestra vida, sueños e ilusiones. Un prójimo a quién queremos de manera especial y diferente a los demás que ocupan nuestro corazón. Pero no se puede dejar todo a la ilusión y por eso le pongo la razón. Sé, porque no en vano se madura y envejece, que corremos el riesgo de no “ser” esa persona que buscamos. Pero también sé que quien no se la juega por la vida,  se irá con la maleta vacía, habiendo desperdiciado su capacidad de amar y la oportunidad de ser amado.
Podrías decir que ya los dos hicimos esa tarea, que ya pasamos por amores y desamores, que ya sabemos lo que es gastarse la vida al lado de alguien que por razones diversas no es con quién la quieres terminar. Y podrías decirme que tu corazón no está dispuesto a releer lo escrito porque no aguanta otra mala impresión.
Yo creía haber cerrado mi capítulo de amores especiales. Los que tocaron a mi puerta después de separarme, no despeinaron mi vida. Mis sentimientos seguían sordos. Solo eran amigos para compartir momentos. Y apareciste tú en este pequeño y distante medio y removiste todo lo que creía superado. Ahora entiendo eso de que no dejamos de enamorarnos cuando envejecemos, envejecemos cuando dejamos de enamorarnos. Tengo el alma en plena juventud, llena de adrenalina y dispuesta a jugársela toda. Quiero apostar a ésta a sabiendas de que puedo perder, pero con la certeza de que al no intentarlo la pérdida sería mayor.
La incertidumbre de hoy solo se disipará a medida que la relación madure. Si no somos, si cada uno sigue siendo después de haberlo intentado, a mi me habrá quedado la alegría de haber tocado la vida de un hombre maravilloso que llenó mi esencia de mujer y que solo me dejará recuerdos  que harán sonreír mis ojos cada vez que vengan a mi mente. No será fácil, pero estoy segura que esos momentos, así sean efímeros, perdurarán en mi mente como un tesoro.
En esta mano, doblo la apuesta y pago por ver. Ya tengo 3 ases. ¿Barajamos?


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